Travesear y trechear espigando y brujuleando .../...
Travesear y trechear espigando y brujuleando, es una de las formas más satisfactorias de andar la naturaleza pirenaica.
Y es así porque…
Cuando andamos de
forma inquieta de una parte a otra, transportando de trecho en trecho toda
nuestra carga física y vital, caminando a un paso más lento, fijando nuestra
atención en aquello que tenemos
delante y en todo aquello que nos rodea, a la vez que serpenteamos sin rumbo
fijo al disfrute del sol, del viento o de la lluvia, se convierte en un acto
casi iniciático de pura comunión, del yo con el mundo natural. Contemplar,
oler, degustar, palpar y todo ese compendio de sensaciones y sentimientos, a la
vez que sosegadamente acompasamos nuestro frenético ritmo urbano al modo
natural, es otra parte de ese atávico acto inicial.
Pocas cosas, me parece a mí, pueden
llegar a ser tan íntimas y tan remotamente humanas, ancestrales y cautivadoras.
Esta es en base mi
reflexión final sobre la ruta a los tres refugios (Ángel Orús o Forcau, Estós y
Viadós), que circunda ese coloso pirenaico conocido como Posets o Punta
Llardana (3.375 m). Fueron cinco días y cuatro noches al regazo del coloso
rojo, viviendo bajo sus cielos estrellados, bebiendo de sus salvajes aguas y
comiendo a la vera de sus lagos alpinos. Toda una experiencia.
El epígrafe de esta
corta narración está inspirada en el título de aquel libro que Bernat Capó
escribió alrededor de 1980, Espigolant pel rostoll morisc.
Precioso relato corto amigo. Y maravillosos paisajes los que has tenido les suerte de disfrutar. Ahora toca que la calor te devuelva a la cruda realidad de un mes de julio Mediterráneo.
ResponderEliminarEspectacular reportaje.
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